miércoles, 13 de marzo de 2013

Don Pancho y su banda

Hay días comunes y otros no tanto. Hoy, al menos para mi, fue un día especial.

Te vi un par de veces cara a cara, tres según recuerdo.

La primera fue hace cinco años masomenos, en el Hurtado, un centro de rehabilitación para chicos y chicas que le pelean al paco y a la vida en una villa de Buenos Aires. Te esperábamos con la murga del barrio para la inauguración y la misa, a eso de las 12 del mediodía. Pero llegaste a las 11, "el colectivo vino como tubo". Por adentro pensé, "mira que piola el viejito, vino en bondi". También me dije a mi mismo, "que suerte que tuvo, en general es un bondi viajar en bondi".
Calladito y con carpa te arrodillaste, le sacaste las Topper a un pibe, y le besaste los pies... recuerdo que tenía un escorpión tatuada en el queso izquierdo, seguro que lo viste porque fue ahí donde le estampaste el beso...


Ese mismo día agarraste una cachorrita de no más de ocho años y a una abuela que ya juntaba varias primaveras, y algunos inviernos, y les pediste que te ayudasen a cortar la cinta... qué habrás querido decirnos...




La segunda vez fue un par de años después, en la despedida de un padre y amigo, Pepe. Se ve que a cierta gente no le gusta lo que hacía, esto de laburar por la gente tratando de que se pongan de pie y caminen, porque lo amenazaron de muerte. Que loco no, ahora me entero que los servicios de inteligencia del estado lo investigan, justo a él... que ironía... pero bueno, volvamos. No dejaste pasar tiempo, más cuando te tocan un crío: al día siguiente saliste a bancarle la parada, denunciando el tráfico de drogas y la mafia, y quizás sea por esto que hoy nuestro querido Pepe puede seguir laburando, contagiando vida y rompiendo las guindas...
Ese ocho de diciembre hicimos una fiesta en todo el barrio, como siempre, y fue una maza. Estuviste ahí, despidiendo a un hermano...



La última vez que te vi fue hace dos años, en Plaza Constitución... armamos una carpa denunciando el trabajo esclavo de los hermanos bolivianos en los talleres clandestinos, la trata de personas y la inhumana vida que tantos sufren en la calle, con el paco y la mugre... y estabas ahí, serio, mandándosela a guardar a todos esos mercachifes de la muerte, gritando que Buenos Aires es una ciudad coimera...

Acá tenés una banda amiga Pancho... Dios te cuide hermano :)

jueves, 7 de marzo de 2013

VIH-SIDA... dale que es tarde :)


La humanidad siempre ha tenido sus parias, personas y grupos destinatarios de nuestro miedo, indolencia, soberbia, contradicciones. Es en parte propio de nuestra naturaleza herida juzgar con dureza ciertas situaciones y hermanos: siglos atrás desterrábamos a los leprosos y mandábamos a los díscolos a las hogueras de ocasión; hoy marginamos a los adictos al paco, los travestis, los sidosos, los psiquiátricos, la gente en situación de calle.

Como bien dijera un sabio moderno, “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.

En el Hogar de Cristo, cuya virtud cardinal es “recibir la vida como viene”, nos hemos encontrado con hermanos derrotados radicalmente: es que el paco en la marginalidad ataca la mismísima integridad de la persona, aquello que nos hace hombres, nos da esperanza y razones para vivir. No entender esto es no aprehender el desafío que el paco y la marginalidad  presentan a la sociedad entera. 

A problemas integrales, soluciones integrales.

Algunos de los chicos y chicas que se acercan al hogar, entre las muchas dolencias que acarrean, sufren enfermedades de transmisión sexual. Si la intemperie no cobija, y la falta de oportunidades reales no entusiasma ni apasiona: ¿cómo se ha de vivir la genitalidad y la sexualidad con dignidad en este contexto? La realidad nos ha interpelado de lleno, y el Dios que no hace acepción de personas nos enseña que la promiscuidad, antes que una desviación moral a condenar, es una herida abierta que solo sanará con una mirada amorosa.
Es por ello que muchas veces el VIH, a pesar del dolor y el miedo que trae, puede ser una oportunidad: para ser mejores, para cambiar de vida, para dejarse amar. Y el hogar está feliz de poder ser un puente útil: entre el Estado y los marginados, cuando acompaña a alguno de los chicos a hacerse los análisis a la salita del barrio, y está ahí cuando abren el sobre, o cuando se le acerca la medicación a alguien en situación de calle; entre los chicos y sus familias, cuando a raíz de alguna internación en alguno de los hospitales de la ciudad que tratan este tipo de enfermedades, se puede contactar a sus seres queridos y preparar el reencuentro; entre los chicos y la muerte, todos hemos de morir, pero hacerlo sintiéndose amado marca la gran diferencia. 




Pensándolo bien, solo se trata de hacer con los demás sencillamente lo mismo que nos gustaría que se hiciera con nosotros. Que alegría saber de un lugar que vive esta espiritualidad.

sábado, 12 de enero de 2013

Insomnio


Una amiga nos regala una postal de esta querida ciudad de Buenos Aires...

En las noches un insomnio recurrente y puntual ha comenzado a visitarme.
Un insomnio descalzo y suerte errada anda por ahí, olvidado no más.
Dentro mío, muy dentro, el bombo comienza a repiquetear
latido al ritmo de una tierra dolida.
El insomnio se transforma en figura humana,
personaje inventado para hacer frente al frío de la noche y al desprecio del día.
Sus ojos llevan una copla 
que canta la herida que muchos han inflingido y nadie ha curado.
Su voz, suspiro de marginación, no me deja adivinar su edad.
A veces grande, a veces infante
así es la soledad.
Y anda por los pasillos
armando sueños de papel
comprando ilusiones de cristal.
Con el insomnio el tiempo parece haberse detenido:
¿Será verdad o delirio?
"¿Cómo curo el insomnio mamá?"
"Soñando m'ija, soñando nomás"


jueves, 29 de noviembre de 2012

Rojaiju


Mamer nació en Paraguay en épocas de vacas flacas. Su mamá, Amparo, concibió tres flores, y a mediados de la década del ochenta vino a suelo argentino para que echen raíces. Ella, fruto de la América rural y profunda, intuía con sus sufridos dieciocho años que de quedarse sus hijos repetirían la película: una esclavitud aggiornada, un porvenir chato sin laburo, salud ni educación.
Acá soplaban aires de renovación, y la democracia prometía guiso, aspirinas y libros para todos. Lindo termómetro su historia para medir los déficits y ser conscientes de los desafíos actuales. Porque la suya es la de muchos.
Al llegar, Amparo hizo lo que pudo: jovencita y sin educación formal, se puso a trabajar como empleada doméstica en casa de una familia. Era gente piola, hijos de inmigrantes de otras épocas y latitudes que sabían lo que era escaparle al hambre y a las faltas de oportunidades. Me cuesta entender la xenofobia en países como el nuestro, forjados al calor de los flujos migratorios y la mezcla. Los paraguayos, bolivianos y peruanos de hoy son los españoles, rusos y tanos de ayer. La gran mayoría está motivada por el mismo afán de progreso y superación de nuestros nonos.
Mamer, con apenas doce años, quedó al cuidado de un tío mitad albañil, mitad changarín, demasiado laburante. Sin un adulto verdaderamente presente ningún chico puede crecer bien, y en la villa esto es regla: de a poquito fue ganando la calle y los pasillos, se rateaba de la escuela hasta que la abandonó, apareció la cerveza y la marihuana después de los picaditos, la esquina, algún robo menor. Con el correr de los años, sin prisa y sin pausa, fue dejando todo, encallando en el pantano de la marginalidad, la desidia, la falta de un real proyecto de vida que entusiasme… ¡Qué pena que para bancar la cacerola haya gente que todavía tiene que invertir salud y familia! ¿Acaso no es un claro síntoma de enfermedad social el que no tengamos tiempo para nuestros más changos?

Nos conocimos hace cuatro años, ya mayor, en una de las canchitas de la villa 24; con un grupo de la parroquia habíamos armado una escuelita de fútbol para los más chicos… él estaba ahí, fumándose un porro, haciéndose el banana. _Está todo piola_ me decía, _yo la re piloteo_. Al ser un tipo muy gracioso y medio personaje uno podía quedarse en la superficie… pero en el fondo el Mamer estaba triste, se sentía solo…
Y una fatídica noche conoció al paco… cayó y cayó, cada vez más abajo… más dolor, más angustia, más soledad, más paco… días y noches de gira, cortó lazos con sus dos hijos, su vieja y sus hermanos…
Gracias a Dios en algunos momentos de lucidez intuía que había sido creado para otra cosa: anhelando la Vida, no la mezquina y aparente si no la plena, se acercó derrotado a la parroquia a pedir ayuda… cuanto eco hacen las palabras de Jesús: “es necesario entrar por la puerta angosta”… que a contra pelo de esta cultura triunfalista en la que vivimos…  

Desde ese momento Mamer está transitando su camino de recuperación, con idas y venidas como todo en la vida.

Tuve la gracia de compartir varios meses juntos en el sur y nos hemos hecho buenos amigos. En la paz del campo, después de laburar y entre mate y mate, soñábamos con una Latinoamérica más federal y humana.


domingo, 18 de noviembre de 2012

El Emanuel


Cuando la vi por primera vez sentí mucho dolor: la Colo, mi edad, veintitantos, embarazada, durmiendo en la calle, pleno invierno, fumando paco día y noche, ni un control  médico. Para esa misma época varias amigas eran mamás por primera vez: era hermoso verlas sonriendo con sus cachorros y sus parejas, inseguras y llenas de preguntas ante tal milagro de vida, pero con la certeza que ese regalo valía el mundo entero.

¡De cuantas formas distintas se pueden vivir experiencias semejantes! La desigualdad y la injusticia calan profundo…

Día a día veíamos el rostro desencajado y triste de la Colo, quien dormía en una camioneta precaria que un vecino le prestaba. No tenía vidrios y estaba llena de mugre; no era raro ver pasear lauchas por entre los asientos. Una postal lamentable.

El panorama era gris, estábamos en el desierto. Encima que era hosca por naturaleza, su pareja, un tipo mayor y muy curtido, nos miraba de reojo con la desconfianza propia de aquel que ha vivido más de la mitad de su vida en la cárcel. Que vengan unos mocosos con un termo de mate cocido, una sonrisa y algo de pan a saludar porque sí no le había pasado antes, y como bien expresa el dicho popular, somos animales de costumbre.

No pudimos hacer más que estar: día a día los mates calentitos, el pan fresco, los trucos, las sonrisas, los abrazos y la ropa limpia fueron rompiendo el hielo y hermanándonos. Compartiendo la vida esta se multiplicaba. Nos comentó que había participado de los grupos de la parroquia, que sus momentos más felices habían sido los campamentos en Don Orione, y que su padrino, el Padre Sebastián, le había dado la pañoleta de Exploradores de Caacupé tiempo atrás. Recuerdo que esa sonrisa se borraba rápidamente cuando advertía que su panza era demasiado chiquitita para sus siete meses, y que el changuito prácticamente no se movía.

Sin embargo, esta maternidad hacía que su ser vibre: es que hay cosas que ni el paco puede apagar… el guiso de la reconciliación se estaba cocinando a fuego lento y en silencio...

Una noche, como muchas, la Colo estaba de gira. Caminaba de acá para allá por los pasillos más oscuros de la villa, drogándose y consiguiendo para drogarse. Y como suele ocurrir con las chicas del paco que están embarazadas, Emanuel decidió nacer sin avisar, como queriendo demostrar una vez más que la Vida es incontrolable.

Pero, ¡pará!, pará u segundo. Armate este escenario aunque sea difícil de imaginar: tres de la mañana en  un pasillo de un barrio que no tiene colectivos que lleguen hasta el hospital, donde no hay taxis ni entra la ambulancia, mucho frío y soledad. Un excluido entre los excluidos, parecido a lo que le había pasado a otro niño y sus padres dos mil años atrás. Y como en aquella oportunidad, Dios metió la cuchara: de repente apareció Juancho, otro adicto al paco que con su carro terminaba la durísima jornada de búsqueda de papel, cartón, metal y plástico, y que cambiaría luego por droga. La vio, se conmovió y la subió a su ambulancia. Destino: Hospital Penna. El Cirineo de esta historia iba a ser nuevamente un Samaritano…

El Emanuel, dos meses prematuro, pesó un kilo y medio y nació con Sífilis y VIH. Sobrevivió a las giras de su madre. Sufrió abusos, palizas, hambre, cansancio y todo tipo de vejaciones; consumió porro, merca, pastillas, alcohol, paco y mucha indiferencia. Pero nació, y fue recibido con una profunda alegría por la Colo y por toda la gente del Hogar de Cristo, su nueva familia. Cuando llegamos al hospital la vimos tan mamá: tenía al bebé en brazos, su rostro regalaba paz, y por la ternura, la foto bien podría ser una postal navideña. 


Lindo desafío el de preparar los pesebres modernos...

lunes, 12 de noviembre de 2012

Chiquilladas


Un amigo que desde el margen nos habla al corazón...

El gordo era un pibe común, pero con la pelota dibujaba retazos de sueños. La pisaba, la hacía saltar, y cuando pateaba al arco parecía que siempre buscaba clavarla en el ángulo. Era apasionado y dejaba todo en la cancha, con algo de Tevez o Mascherano disputaba en el potrero la final del mundo en cada picado. Lo conocí de pibe, trece años nomás tenía y ya mostraba un brillo especial. Pero la adolescencia fue para él un tiempo difícil, tanto que no lo supo eludir.
Me acuerdo el cambio que hizo en el 2003. Siempre había sido inquieto y un poco travieso, pero la rebeldía normal de la adolescencia es un lujo que los pibes de la villa terminan pagando caro. Se puso cabezón, no quería ir más a la escuela, se escapaba al potrero para jugar a la pelota. La mamá estaba preocupada, sentía que se le iba de las manos y que ya no lo podía contener. A pesar de que hizo todo lo que estaba a su alcance, el pibe se le fue escurriendo como el agua entre los dedos.
Todavía venía a la Iglesia, a una casa de adolescentes que tenemos para ayudar a los pibes a que no se enganchen en giladas. Ahí practican deportes, desayunan, almuerzan, tienen computación y apoyo escolar. Recuerdo que en ese momento la vimos venir, tratamos por todos los medios de que el pibe no dejara la escuela, porque algo indicaba que era el último tren. Apareció la marihuana, algún robo menor; y frente a la alarma de su madre, un grupo de expertos le explicaron que no era tan grave, que cualquiera se fumaba un porro, que no debía ser tan sobreprotectora, que debía entender cómo era la adolescencia. De a poco fue ganando la calle y dejando todo hasta quedar varado en una esquina de la que ya no pudo desencallar.
Durante algunos años lo seguí viendo en la calle, cada vez más desencajado. Al tiempo se enfierró, robaba grande y con violencia. Se sentía poderoso. Merca, pastillas, escabio… Códigos del pasillo: ganó respeto haciéndose temer.
En una de esas noches agarró el paco, o mejor dicho, el paco agarró al gordo y no lo quiso soltar más. Recibió balazos, pasó por el instituto de menores, en más de una oportunidad estuvo al borde de la muerte. Por eso en 2008 volvió a la Iglesia, ahora a participar del Hogar de Cristo, nuestro centro de recuperación de adictos. Para él era una humillación venir, reconocerse débil, vencido por la droga. Había cambiado sus sueños de fútbol y mundiales por historias de gangsters invencibles; porque en el fondo, seguía soñando como sueñan los chicos. Detrás de todo, el gordo era un pibe.
Vino pocas veces al Hogar de Cristo, y muy salteadas, cada vez que mordía el polvo o en su corazón sentía que había nacido para mucho más. No pudo mantenerse, por más que lo buscamos en varias oportunidades para que no se siguiera hundiendo.
Le dispararon el viernes pasado, sábado a la madrugada. Un plomo de 22, uno solo, pero que de a poco lo fue desangrando. El hospital ya lo recibió muerto.
La ambulancia tardó mucho y llegó tarde, parecía la imagen de un Estado lento que no supo llegar a tiempo para ayudarlo. Me pregunto si habrá alguna respuesta para los chicos que en este momento están dejando la escuela, ya no digo para los adictos sino para los que esta noche empiezan a probar con drogas. ¿Qué mensaje reciben? ¿Qué programa se ocupa de ellos? ¿Quién les dice que vale la pena vivir, y que pueden hacerlo en serio? ¿Quién les da las herramientas para sobrevivir dignamente?

Pienso en el gordo, me acuerdo del pibito luminoso de los sueños de fútbol, y me rebelo al pensar en los miles de chicos de las villas que rebotan al llegar la adolescencia. Cosas de los chicos que en la villa se pagan caro. 

jueves, 8 de noviembre de 2012

El valor de la protesta, siempre


Esto lo escribió Roberto Gargarella, un tipo piola.

i) Escucho a viejos compañeros de ruta (...) renegando del valor de la protesta, porque la protesta, la que llega mañana, no les gusta. Me da pena verlos argumentar, diciendo que la democracia se juega en las elecciones, y que los que protestan -aunque no lo digan- deben estar pensando ideas horribles.

ii) Contra lo que ellos dicen, defendemos acá el valor de toda protesta, aún de las protestas con las que uno no coincide total o parcialmente. En países como el nuestro, con el sistema político tomado por burócratas y adulones, y por un poder judicial siempre interesado en defender, primero, los propios privilegios, la ciudadanía suele encontrar las puertas cerradas para todo reclamo. Cuando el poder define como lícitos sólo los caminos que controla, no es extraño que el pueblo opte por vías alternativas, extra institucionales, muchas veces de desafío al derecho vigente, para hacerse escuchar. La alternativa que deja el poder es clara: tratar toda protesta como ilegítima, como ilegal, o sino ignorarla. Pregúntenle a los jubilados, que ya sin fuerzas, son obligados por el gobierno a peregrinar ante los tribunales para rogar que les den lo que les corresponde y que el gobierno les niega, porque usa sus recursos para financiar propaganda y servicios de inteligencia. Hay que salir a la calle, y el poder tiene que estar dispuesto a escuchar a los que salen a la calle. La democracia empieza con el voto, no termina allí, por más que les pese a estos neo-conservadores que se creen de avanzada.

iii) Imaginemos, sin embargo, una marcha con cuyo contenido sustantivo estemos parcial o totalmente en desacuerdo. Pienso, por caso, en la marcha "Blumberg" sobre la seguridad. Qué debemos pensar, frente a ella, los que estamos del lado de la protesta? Ante todo, cuando la ciudadanía se moviliza masivamente, como entonces, debemos hacer un esfuerzo especial por leer la protesta a su mejor luz, en su mejor versión. El gobierno y los aplaudidores, en cambio, la demonizan, leyéndola en su peor versión posible: "son todos fascistas", "quieren pena de muerte", "están con la dictadura". Pero lo cierto es que cualquier marcha puede ser demonizada de ese modo. Los adulones del poder, frente a la "primavera árabe", podrían decir "son fundamentalistas religiosos", "son violentos", "están cargados de odio." Frente a la "primavera de Praga," y siempre del lado del poder, hubieran dicho "quieren que vuelva la desigualdad," "son pro-capitalistas." Se equivocan siempre. Aún la marcha de Blumberg puede ser bien leída, porque encierra reclamos importantes: familias destrozadas por la inseguridad, madres sin hijos, hijos sin padres, que quieren vivir en paz, que quieren que se les asegure un derecho básico a la integridad física, que aborrecen del obvio pacto entre política, policía y narcotráfico. El gobierno, en cambio, promueve otra lectura: "son los últimos vestigios de la ultraderecha que muere," "son los que extrañan a Videla". Dan pena.

iv) Todas las principales consignas de la marcha convocada para mañana ("contra los abusos", "contra la corrupción," "contra la re-reelección") representan demandas absolutamente generalizables y sensatas. Por eso el gobierno necesita hablar de "lo que deben estar pensando realmente", "lo que no quieren decir". Es que quieren que hagamos el ejercicio de imaginar lo que piensa la Presidenta, cuando se junta con sindicalistas o le hablan de demandas indígenas? Lo que piensa Berni, cuando reprime? Lo que piensa Schiavi, frente a la muerte de 50 trabajadores en los trenes que él no controló?

v) Luego de haber hecho el esfuerzo por entender qué de importante hay en la protesta, el poder debe procesar esa demanda, conforme a los mejores principios constitucionales que rigen su conducta. Frente a la protesta de Blumberg deberá decir entonces, por ejemplo: "pongamos fin al pacto entre política y narcotráfico," "cuidemos los derechos de todos (también los de los delincuentes)", "reconozcamos la urgencia del problema de seguridad, que requiere resolver problemas de desigualdad." Alguien dirá: esto es utopía, la gente no piensa así. Se equivoca. Siempre cito la curiosa estadística que me comentaba Gabriel K., luego de la crisis del 2001: un 80 por ciento de la ciudadanía reconocía que el origen del aumento de la inseguridad tenía que ver con incrementos en desigualdad...pero como solución al problema no pedía igualdad (aún reconociendo, ella misma, que allí estaba el origen del problema), sino mano dura. Ahí está la labor del dirigente, retomar esos conocimientos y procesarlos del modo constitucionalmente apropiado. Nótese, sin embargo, que el kirchnerismo obró en ambos casos del peor modo: primero demoniza la protesta, y luego -es lo que hizo en el caso Blumberg- en lugar de procesar las múltiples demandas entonces presentes, del modo constitucionalmente más aceptable... convirtió en ley las peores propuestas derivadas de la marcha¡¡¡ Eso es, exactamente, el máximo paradigma de lo que NO se debe hacer. El kichnerismo actuó frente a la protesta, como suele hacerlo, del peor modo imaginable.

vi) Los adulones, sin embargo, que ya no conocen la calle porque ahora ven la ciudad desde detrás de vidrios polarizados (pobre la Presidenta, que no se anima a recibir a alguien que la critique, pobre Boudou, que no puede salir a la calle, pobre Bossio, corrido desde su lujoso auto por un grupo de jubilados¡), prefieren denunciar conspiración. Se preguntan a quién beneficia la protesta. Más les valdría preguntarse a quién perjudica. Les digo algunos nombres: perjudica a Cirigliano, y los negociados del gobierno con el transporte; perjudica a los empresarios megamineros que necesitan a un gobierno adicto; perjudica a Boudou, a Jaime, a López, y a todo el empresariado corrupto que pacta con el gobierno; perjudica a los Insfrán, asesino de indígenas; perjudica a los Urtubey, con su educación pública religiosa; perjudica a los Alperovich, y a tantos gobernadores que ven la política como negocio. En definitiva, no es éste el modo de pensar la protesta. Siempre podemos y necesitamos aprender de la protesta, no repudiarla. El pueblo, como decía Locke, suele adoptar una actitud comprensiva y pasiva frente al gobierno. Por eso es tan importante prestar atención cuando en todo o en parte se pone de pie.

vi) Pensar sobre la protesta, siempre, requiere pensar sobre democracia. Desde acá pensamos la democracia desde el ideal de una discusión inclusiva, sin voces excluidas. Por eso defendimos siempre la protesta piquetera, en una sociedad que los margina. Por eso defendemos que se escuchen todas las ideas, aún las que no nos gustan: no para que pierdan el tiempo hablando, sino porque podemos estar equivocados. Por eso creemos que el Congreso debe estar atravesado por la disidencia y marcado por el mutuo aprendizaje. La democracia necesita todas las voces, pero no como consigna: el gran test para saber si el poder se toma en serio o no la disidencia es ver qué hace con las ideas que no les gusta: las toma en cuenta, aprende de ellas, o las ignora, las margina las repudia? Todo lo demás es verso. La democracia debe alimentarse, sobre todo, de las voces de los críticos, y por ello esas voces necesitan de una especial protección. Las decisiones válidas, por su parte, necesitan nutrirse especialmente de pensamiento crítico: por eso el Congreso debe dar lugar amplio para tales voces, y las mayorías deben atender esos reclamos, o dar justificada respuesta de por qué no los atiende. Ésta, claramente, no es la concepción de la democracia que defienden el gobierno y sus amigos. Por ello, en el Congreso no se interesan por discutir: simplemente imponen, porque asumen que no tienen nada que aprender de sus críticos. Por ello piensan la Ley de Medios no desde el compromiso con la diversidad, sino de la mano de los empresarios que simbolizan, hasta la caricatura, la corrupción en la historia argentina reciente: Manzano y Moneta. Por ello quieren invisibilizar a los qom, y urgidos los borraron de la 9 de julio. Por ello ahora hablan sólo de elecciones, y criminalizan a la protesta, y procesan a los piqueteros, y encierran a mujeres y niños en Campo de Mayo, y denuncian en público a los que los contradijeron, y mandan a la AFIP a perseguir a los que hablaron en contra, y usan los servicios de inteligencia contra los que piensan diferente. Ellos ven a la democracia como la ven los conservadores: como elecciones periódicas, y el que gana se lleva todo. Y que los movimientos de protesta se organicen en un partido político, y se animen a ganarles las elecciones. Difícil encontrar una concepción más conservadora de la democracia, una aproximación más pobre al ideal del debate inclusivo y robusto, una visión más limitativa de la protesta.